sábado, junio 17, 2006

un libro



“Hemos perdido el sentido que hacía que nuestros antepasados (hasta un pasado relativamente reciente) vivieran el espacio como una forma global que se confiere a la extensión bruta: abstracta, pero así con todo significante. Mi ojo ve la extensión y, a partir de este contacto inicial, mi mirada la ahonda, distinguiendo en ella redes de objetos: descentrando con respecto a éstos, percibo una distancia que, al alejarlos de mí, los convierte en tales y me permite comprenderlos. Sin embargo, la distancia separa y une al mismo tiempo: el espacio nace de la conciencia que tomo de este doble efecto. Sin embargo, no lo percibo en sí mismo; sólo es para mí una modalidad de las cosas y de mí mismo. Estas percepciones no me garantizan paz ni poder, demasiado próximas al flujo de las impresiones preconceptuales. Sin embargo, una vez que la facultad simbólica de mi mente se ha apoderado de ellas, el espacio percibido se ordena y se sistematiza; un espacio ‹‹representativo›› (según la terminología de Piaget) se abre a las proyecciones de mi imaginario. Queda una duda: ¿todo tiene realmente sentido? ¿No hay lugares vacíos en los que sólo podría tener significado la vacuidad? ¿No habrá un desfase permanente, un vacío, entre la imagen producida y el sentido que entrega u oculta?”

introducción, capítulo I.Percepciones
Paul Zumthor, La medida del mundo
Ediciones Cátedra
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